Recuperación de los suelos, una apuesta del modelo de Agricultura Tropical
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Por: Diario la Economía
El suelo es el principal insumo para la producción agrícola del mundo y del país, pues sin él, las frutas y hortalizas (dentro de otras plantas) no tendrían los nutrientes necesarios para su correcto desarrollo. Pero, ¿qué sucede cuando abusamos de los suelos con elementos que afectan sus propiedades físicas y químicas? Dentro de las múltiples respuestas, se origina un fenómeno conocido como compactación e intoxicación.
Para el libre desarrollo de las plantas, se necesita que estas tengan una correcta absorción de nutrientes, proceso que es ejecutado por las raíces; lastimosamente, estas no progresan adecuadamente cuando las condiciones de la tierra no son las adecuadas. La compactación del suelo se da cuando sus cavidades porosas disminuyen por acción de un agente externo, que, en la mayoría de los casos, proviene de animales y de maquinaria agrícola.
Este fenómeno no es algo nuevo, ya que el químico de suelos británico Sir Edward John Russell dijo en su libro Soil Conditions and Plant Growth (1921) que, la compactación de los suelos reduce significativamente el volumen de los vacíos de un suelo, causando con ello alteraciones en su humedad y el posible intercambio de gases entre el suelo y la atmósfera, así como el libre desarrollo de las raíces, demostrando que este proceso facilita que las raíces no tengan un crecimiento normal, evitando que la planta se alimente adecuadamente.
Ahora bien, al tener un suelo con cavidades porosas pequeñas o inexistentes, los microorganismos que promueven la vida de las plantas, pueden perecer, ayudando al surgimiento de un proceso semejante a la erosión. En palabras de Jaime Arbeláez, un productor de Darién Calima en el Valle del Cauca, “teníamos suelos infértiles, el dueño anterior no pudo cultivar arroz y nos vendió la finca”, evidenciando el daño presente en un suelo compactado. Afortunadamente, existen dos formas de revertir esa compactación del suelo, haciendo uso de insumos biológicos y cultivando plantas que favorezcan la porosidad.
Desde el modelo de Agricultura Tropical implementado por ASOHOFRUCOL, FNFH, se viene apoyando, desde el año 2021, la instalación de biofábricas, en donde gracias al uso de microorganismos de montaña, caldos minerales, bio-fermentos y otros elementos (bacterias, micorrizas, levaduras, hongos y demás) propios de la región, se logra un mejoramiento de los suelos, ayudando a promover su recuperación y vitalidad.
Para el doctor Álvaro Ernesto Palacio Peláez, Presidente Ejecutivo de Asohofrucol Es necesario hacer un análisis del suelo para determinar en qué estado se encuentra, o de lo contrario, al país agrícola le va mal al momento de sembrar. Por su parte, los microorganismos y los bio-fermentados lo activan, liberando sus nutrientes para que las plantas los tomen; en cambio, los agroquímicos lo envenenan inactivándolo. Demostrando así que es importante manejar programas integrales que no aborden solamente el estado de la planta, sino que es necesario pensar en el cuidado del suelo.
José Ricardo Acosta, ingeniero agrónomo de la asociación, amplía la importancia de la recuperación, al afirmar que, la salud del suelo funciona como una mesa de tres patas, si falta alguna de estas o se encuentran de manera desproporcionada, la mesa jamás podrá estar equilibrada; estos componentes son, la parte química, la parte física y la parte biológica del suelo. El modelo de Agricultura Tropical combina prácticas de manejo del suelo como, la implementación de coberturas vegetales (cojinete), la propagación y aplicación de microorganismos de montaña, así como la utilización de bio-insumos, con el propósito de fomentar la armonía de los componentes del suelo, mejorando su fertilidad”.
Por otra parte, la siembra de plantas endémicas, así como de follajes y de productos como la alfalfa y los cereales, favorece la recuperación de los suelos compactados, permitiendo una correcta filtración del agua, que además de promover la microbiota, colabora con la oxigenación necesaria para los procesos químicos que aportan nutrientes a los cultivos.
“Llevamos tres años aplicando pollinaza y el cambio ha sido grande, algo tan simple como abrir un hueco es mucho más fácil. Cuando el suelo está descompactado hay oxígeno y la nutrición es mucho mayor. Ahora contamos con suelos totalmente productivos de los que estamos sacando aguacate Hass, plátano y banano. Al optar por el modelo de Agricultura Tropical, dejamos de usar herbicidas y comenzamos a implementar cojinetes, así ahorramos mucho dinero; además, se presenta una fertilidad que permite la aparición de fauna, gracias a esas lombrices, termitas y animales pequeños, se crean túneles que ayudan a descompactar la tierra, esa práctica es más duradera que con herramientas mecánicas”, complementó Arbeláez.
Según la Encuesta Nacional Agropecuaria realizada por el DANE en el 2019, existen 39 millones de hectáreas destinadas a la ganadería, mientras que la producción agrícola solamente cuenta con 4,6 millones: siendo así, la extensión de suelo potencialmente compactable es alta. Gracias al modelo de Agricultura Tropical, se han recuperado varias hectáreas de tierra que ahora están destinadas a cultivar productos como el aguacate, el plátano y otros frutales, esta es una apuesta por la seguridad alimentaria; finalmente, sería bueno preguntarse: ¿Qué suelo queremos dejar a nuestros hijos? ¿Uno cultivable o uno muerto? Decida usted. ¡Somos ambientalmente sostenibles!