Agricultura

Agricultura colombiana, muy cerca de retomar su importancia: Fenalce

Foto de campo de maiz creado por aleksandarlittlewolf – www.freepik.es

Por: DIARIO LA ECONOMÍA /


No es un secreto que durante décadas el agro colombiano pasó por las más duras pruebas y vicisitudes, fueron los campos escenarios de terribles tragedias puesto que muchos perdieron la vida de manera injusta como consecuencia de una violencia enquistada, llena de odio y desprecio, la misma que despojó labriegos lanzándolos como sobrevivientes a los cinturones de miseria de las grandes urbes en donde igual encontraron rápido deceso. En esa proscripción condenable y propiciada por industrias del crimen, los hombres terminaron, algunos muy mal, ya sin el paisaje bucólico y el olor a pastos o boñiga, sino en inmundas cloacas, en sitios de climas inexorables cuando no, en la tragedia indeseable del entorno carcelario.

Las mujeres de la ruralidad, las que inspiraron al igual que musas temas como “Flor del Campo”, salieron a las selvas de cemento sin un norte o con opciones definidas, muchas fueron a la prostitución y a oficios con techos y paredes de humillación en donde envejecieron añorando el terruño.

La vida campesina y productiva lo perdió todo en el proceso de apertura económica cuando vino la desgravación arancelaria de manera súbita arrasando con siembras y sueños, como un verdadero tornado impulsado por los vientos agresivos de la globalización y el neoliberalismo. En pocos meses el negocio agropecuario fue sinónimo de quiebra y con menos mano de obra, siguió el terror, la imposibilidad económica y las siembras se hicieron con la mayor zozobra, a tal punto que muchos de los que cultivaron no llegaron a la cosecha, sus complejas vidas fueron apagadas, quizás quedando en el recuerdo familiar o como temibles almas en pena.

Pasaron décadas, quizás más de medio siglo y la reforma agraria fue parte del discurso enlabiador, diseñado para el proletariado depositante de votos. Los más prestantes hombres del campo partieron de este mundo a la espera de una política de Estado justa, ambiciosa en metas y garante de productividad, competitividad, abastecimiento y exportaciones. La transformación no apareció, fue bandera política y el espejo con el que se engañaba aborígenes, una pena porque con algo de inteligencia se hubiese fortalecido la política agropecuaria, habrían aparecido ideas frescas e innovaciones, sin embargo, todo se evaporó y la ruralidad cedió terreno con países que otrora miraban a Colombia como el inobjetable paradigma, hoy quizás lo siguen haciendo, pues el país agrario resultó un laboratorio en dónde es fácil enseñar lo que no se debe hacer.


 

El Gerente General de la Federación Nacional de Cultivadores de Cereales, Leguminosas y Soya, Fenalce, Henry Vanegas Angarita, le dijo a Diariolaeconomia.com, que el gremio está expectante de que haya un cambio en la política para catapultar la economía agraria, haciendo mayor énfasis en los cultivos agroalimenticios de ciclo corto ya que hubo una apuesta muy fuerte por los productos agroindustriales con potencial exportador que suelen ser de tardío rendimiento, un ejemplo, cacao, palma, caña y otros que garantizaban expansión y riqueza pero no la suficiente obtención de comida.

A la fecha ese tipo de siembras, expuso el dirigente gremial, se hacen más importantes y relevantes por la urgencia que según el Presidente electo genera el no contar con la suficiente oferta interna de alimentos. Agregó que para que haya comida hay que entrar desde un principio con las reformas necesarias para que los cultivos de ciclo corto tengan condiciones que les permitan atraer un número importante de inversionistas.

La idea, comentó el Gerente General de Fenalce es invertir menos en material bélico y por el contrario en más tractores, puesto que se hace perentorio renovar la maquinaria y adoptar tecnología en vista que en el campo cada vez hay menos gente y de edad avanzada. La solución para eso, resaltó, es la mecanización y si se quiere crecer de manera real y no con el dedo, es sin lugar a dudas facilitando la compra de tractores.

En su plática el directivo anotó que un campo prospectivo demanda tierras disponibles, semillas, tecnología aplicada al agro, crédito barato y un sistema de mercadeo apropiado que no desaparezca la rentabilidad. Según Vanegas Angarita es necesario crecer en las zonas planas de manera mecanizada porque toda la región Caribe, la Altillanura, el Valle del Magdalena, Valle del Chinú y otras, son franjas que pueden crecer con maquinaria adecuada.

A criterio del Gerente General de Fenalce, uno de los componentes para repuntar y aumentar productividad es sin duda el fortalecimiento de la infraestructura de los distritos de riego, lo que implicaría que no se arrancará de cero porque ya hay todo un andamiaje básico, totalmente operativo. A eso, afirmó Vanegas Angarita, habría que dotarlo con secadoras, silos y acopio en alto volumen para que la gente no tenga que sacar de las zonas de cosecha su producto húmedo puesto que todo movimiento de transporte implica un costo alto.


 

Reasignación y transferencia de tierras debe darse

Para Fenalce siempre hay un temor cuando se habla de reforma agraria, pero el gremio aseveró que lo cierto es que sí debe haber una redistribución de la propiedad y una democratización de los suelos tal y como lo dijo el Presidente electo Gustavo Petro, puesto que ello permitirá el acceso a más colombianos para que sean propietarios.

El Gerente General de Fenalce, Henry Vanegas Angarita, explicó que Petro piensa en el desarrollo de obras de infraestructura que por valorización paguen a los campesinos en tierra o faciliten por plusvalía adquirir predios productivos para entregárselos a quienes no tienen en donde sembrar o tener una explotación agropecuaria.

“Este es el mecanismo que crea menos resistencia porque hablar de reforma agraria funda oposición o renuencia, como se le quiera llamar”, apuntó el vocero.


 

Es perentorio restaurar el comercio con Venezuela

En los últimos días ha hecho eco la posible reactivación de la frontera y el comercio con Venezuela, un hecho para muchos afortunado porque la última venta al país vecino alcanzó los 7.200 millones de dólares en ese inolvidable 2008. Vinieron luego los problemas y la gran pesadilla para el comercio binacional y para la zona fronteriza que empezó a mostrar reducción en 2015 cuando el retroceso llevó el comercio a 1.331 millones de dólares, hasta el cierre total reportado en 2019.

El tema de la frontera no es ni ha sido fácil a través de la historia, el famoso tercer país muestra todo tipo de inconvenientes desde hace 200 años, pero lo cierto es que este último espetó las economías y postró una integración, así como una hermandad bicentenaria. En los 2.219 kilómetros que la componen, la línea fronteriza, porosa como ninguna otra, deja ver una alternativa de vida y economía para los habitantes que allí convergen, los mismos que hoy se ilusionan con el restablecimiento de las relaciones políticas y mercantiles.

<a href=’https://www.freepik.es/fotos/orilla-mar’>Foto de orilla del mar creado por wirestock – www.freepik.es</a>

El gremio de los cerealistas dijo que revitalizar la frontera es muy necesario porque ayuda a los dos países, no solo a Venezuela, ya que Colombia es el vecino que le puede comprar gran parte de los productos y las mercancías que produce. Anotó que los venezolanos son grandes consumidores de maíz blanco, de carne de cerdo, frijol y ganado en pie, sin olvidar que los agricultores colombianos suministraron papa, hortalizas, frutas, huevos, pollo, lácteos y otros alimentos.

Al mirar registros, distintas exportaciones que movieron las economías fueron las de valor agregado como textiles, confección, calzado y alimentos procesados.

En opinión del Gerente General de Fenalce, el momento actual es ideal para la integración económica regional, posiblemente según analistas, más sólida y sostenible, una unión latinoamericana que puede estar muy cerca si el próximo dos de octubre gana las elecciones el expresidente y candidato Luiz Inácio Lula da Silva.

“Los problemas que está experimentando Ecuador con bloqueos en vías y todo un escenario de discordia y descontento, tiene tambaleando al único gobierno que queda en Suramérica que no es de base social. Creo que se dará una gran unión y Estados Unidos tendrá que ponerle más atención a su patio trasero, mayor cuidado a toda América Latina, esencialmente al hemisferio sur porque muchas veces muestra especial interés por Centroamérica, pero lo cierto es que el coloso del Norte, debe velar por la región en general”, declaró el señor Vanegas Angarita.

Agregó que se hace urgente la revisión de los tratados de libre comercio para evitar que el mercado local se inunde de bienes exógenos, incluidos los del campo, ya que arrincona al agricultor colombiano hasta llevarlo a la producción ilícita. Consideró que, así como estaba estipulado en la Ley de Preferencias Arancelarias Andinas y Erradicación, ATPDEA, que volvió permanentes algunos beneficios, es procedente mirar qué se ganó y de qué manera el TLC ha contribuido a desestimular los cultivos ilegales.

En su análisis, Estados Unidos tendrá que flexibilizar su política, no solamente en la expansión de su mercado, sino que está llamado a dejar un espacio a los países de América Latina para que desarrollen su propia agricultura.

Con una integración bien diseñada, potente y con reglas de juego claras, Latinoamérica dejará de ser el patio trasero y pasará a ser el socio ideal para el resto de las economías.

Un punto adicional que se decanta con el relanzamiento de las relaciones políticas y comerciales entre Colombia y Venezuela es el rescate de la empresa Monómeros, necesaria hoy con la reducción del mercado de fertilizantes como consecuencia de la guerra entre Rusia y Ucrania. Al respecto el Gerente General de Fenalce dijo que ante esta situación es notorio que en el tema Colombia se ha quedado relegada.

Destacó que países mucho menos agrícolas en su conjunto frente a Colombia como Bolivia, Trinidad y Tobago sin hablar de otros, tienen fabricas de Urea. La producción de abonos, dijo Vanegas Angarita, es una necesidad sentida por lo que urge sacar adelante ese tipo de desarrollos.

Una política agrícola correcta dejará unas muy buenas bases para que en cuatro años el país siga avanzando de buena manera en el sector agrario y se aparte de la economía extractiva puesto que marcará un camino en seguridad alimentaria, provisión y valor agregado.

Tristemente, subrayó el experto, Colombia se creyó potencia minero-energética y aseguró que, con el cambio por venir, obliga a pensar en que la gran fortaleza y la vocación colombiana está en el campo, ya que si se quiere tener paz social es muy necesario producir comida, una gracia que se traslada del campo a la ciudad.

“Sería muy conveniente que en este Gobierno, presto a iniciar gestión, quedaran sentadas las bases de una política de Estado que incentive y resucite la producción agropecuaria nacional porque así como tuvimos una política comercial de largo aliento, vigente y con motores encendidos desde 1991, que no ha parado, paralelamente necesitamos impulsar una política, a la fecha inexistente, de producción del sector primario, de agricultura local porque de lo contrario seguiremos viendo nuestros puertos llenos de importaciones y no de oferta colombiana para el mundo”, precisó el Gerente General de Fenalce.

Otrora fue usual ver en los campos colombianos grandes extensiones de maíz, algodón, soya, sorgo, ajonjolí, cebada, trigo, banano, frutas, papa, hortalizas y otros alimentos, sin excluir la ganadería, la avicultura y la cría de especies menores. Después de 1991 esas hectáreas dejaron de existir hasta convertir el campo en un literal peladero, salvado en algo por la dinámica cafetera, de las flores, ganadería, palma de aceite, cacao y las mejoras en explotación pecuaria.

Para lograr un éxito en la política agrícola, razonó Vanegas Angarita, es necesario dotar de bienes públicos las regiones productoras, es decir, mejores vías de penetración, infraestructura de postcosecha, fortalecimiento de los distritos de riego y propender por condiciones uniformes para todos los eslabones de la cadena porque cultivos como el maíz no goza de los mismos beneficios tributarios del sector pecuario, algo inaudito porque el maíz hace parte de la economía primaria que demanda un trato afín con los demás actores.

A propósito de ese asunto, el dirigente expresó que un rasero impositivo igualitario en la agricultura puede permitir los verdaderos eslabonamientos, una cadena de suministro y otra de transformación agroindustrial.

Sobre el tema tributario, Vanegas Angarita infirió que, de eliminarse las exenciones, podría pensarse en un país más barato, es decir con menores tarifas en IVA y renta, algo consecuente porque pondría la gente a pagar y a matricularse en la formalidad. Afirmó que esa es una opción que debe explorarse a tiempo que advirtió que una medida así generaría gran resistencia por cuanto los que ya tienen exenciones, no querrán soltarlas o sacrificar su condición favorable.

Reclamó que, en aras de un desarrollo armónico y más igualitario, el Gobierno venidero tendrá que homologar esas condiciones y hacer viable el crecimiento de la agricultura colombiana, aprovechando su potencial en tierras, calidad de suelos y variedad de pisos térmicos.

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